Notebook.
Siempre fui chica de pocas palabras y muchas, muchísimas letras. Desde que empecé a diferenciar conceptos, expresar mis sentimientos en formato voz se tornaba completamente lejano y difícil; casi doloroso. Puede que el miedo fuese el único culpable de mi poco arrojo a la hora de gritar a pleno pulmón cualquier sensación. Miedo al rechazo, a la mofa, al abandono... Miedo a no sentirme querida; a perderme en el oscuro abismo de la indiferencia. ¿Perdí? Puede. Puede que perdiera la oportunidad de conocer mucho más de lo que conocí. Pero no me arrepiento. Hice del cuaderno mi mayor aliado y a día de hoy, no me falla. Puede que a veces discutamos. La verdad, hay días en los que ni él me soporta. Días en los que siento que, aunque parezca locura, se aleja de mi lenta, pero irrevocablemente. Otros días, sin embargo, no me da tregua. Me acompaña hasta en las tareas más sencillas como levantarme de la cama o lavarme los dientes. Es mi forma de decirle al mundo que estoy a...