Por eso yo siempre buscaba cualquier excusa para quedarme.
Cualquier excusa para mirarme en sus cuencas insalvables, en sus pupilas negras abismales, puente hacia luchas internas llenas de fuego y ceniza, pasto de todas las batallas que siempre perdía por el miedo mismo de perdernos.
No podía sino detenerme a observar como se debatía entre dejarlo todo por perdido o seguir intentándolo una vez más. Porque eran más fuertes siempre sus ganas de arrastrarme consigo, que de dejarme ir.
Y yo me dejaba guiar por sus manos huidizas, deseosa de su tacto, porque cualquiera que estuviera en mi piel habría insistido en su roce una vez más.
Hermoso texto y hermosas sensaciones... me encanta la manera en la que te expresas.
ResponderEliminarMe alegro de haberte encontrado en activo. Un fuerte abrazo.
Muchísimas gracias a ti por leerme, de verdad. Eres bienvenida siempre que quieras♡
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