viernes, 29 de enero de 2016

En sus ojos, siempre era Otoño.

Por eso yo siempre buscaba cualquier excusa para quedarme.
Cualquier excusa para mirarme en sus cuencas insalvables, en sus pupilas negras abismales, puente hacia luchas internas llenas de fuego y ceniza, pasto de todas las batallas que siempre perdía por el miedo mismo de perdernos.
No podía sino detenerme a observar como se debatía entre dejarlo todo por perdido o seguir intentándolo una vez más. Porque eran más fuertes siempre sus ganas de arrastrarme consigo, que de dejarme ir.
Y yo me dejaba guiar por sus manos huidizas, deseosa de su tacto, porque cualquiera que estuviera en mi piel habría insistido en su roce una vez más. 



2 comentarios:

  1. Hermoso texto y hermosas sensaciones... me encanta la manera en la que te expresas.

    Me alegro de haberte encontrado en activo. Un fuerte abrazo.

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  2. Muchísimas gracias a ti por leerme, de verdad. Eres bienvenida siempre que quieras♡

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