-Yo no creo en el amor.
-¿No crees?-preguntó Juliet, evitando mirarle directamente a los ojos-¿quién no cree en el amor? Nate seguía rompiendo trozos de hierba con los dedos, y también evitaba el contacto visual. -Alguien que no ha tenido nunca la necesidad de aferrarse a otro alguien, o a algo, para poder seguir adelante. Nunca he sentido que alguna parte de mi le perteneceria a nadie más que a mi mismo. Juliet rió por lo bajo. Nate esta vez sí que se giró para mirarla. -¿Qué te hace tanta gracia?-quiso saber, frunciendo el ceño. Juliet alzó la cabeza, y las miradas de ambos se encontraron. Los ojos de ellas, marrones como la tierra, puros y limpios; los de él, verdes bosque, impregnados de libertad y furia. No tenían nada en común, y aún así, cada vez que se miraban, sentían una extraña conexión, como si se conocieran desde siempre. Era algo raro, ya que no hacía ni tres días que sus caminos se habían encontrado por primera vez. Por ello, ambos evitaban mirarse más de lo necesario. A ambos l...