#
Supongo que nuestra historia comenzó conmigo ya decidida a marcharse, pero sin encontrar una salida lo suficientemente duradera para no volver; porque seamos sinceros: yo ansiaba volver.
Deseaba con todas y cada una de mis terminaciones nerviosas volver a ese páramo hastío disfrazado de amor, y aún así, también anhelaba marcharme de allí sin dejar rastro, no volver a ver tus ojos del color de la zinnia que me instaban a necesitarte cuando lo único que hacían era robarme toda la luz.
Te juro que nunca sabré por qué me elegiste, por qué decidiste que yo tendría que luchar a muerte contra la negrura, la soledad y la duda. Yo no era el motivo de tu oscuridad. Era la cura.
A veces me descubro pensando en ti incluso cuando no quiero, incluso cuando pensarte es un recordatorio constante de que el infierno habita en la tierra y que los demonios sí que pueden tener alma. Es descorazonador saber que entregué todo el amor que tenía a una persona que no supo que hacer con el.
Comentarios
Publicar un comentario