Impostor.
Soy una impostora. Una máscara constante de parafernalia y felicidad que esconde el dolor tras la sonrisa. Una farsa. Nunca quise ser así de hermética, y sin embargo todas y cada una de las decisiones que he ido tomando a lo largo de mi vida me han convertido en este témpano de emociones congeladas que le teme más a la luz que al abismo. Abismo. Al que miro con ojos entornados por temor a acabar convirtiéndome en él, y que, irónicamente, parece ser el único lugar donde sentirme a salvo. Le pregunté tantas veces que quería de mí… Inundó todas mis dudas de silencio. Un silencio que quemaba más que cualquier brasa, y que me recordaba de la más dolorosa de las maneras que la soledad, a veces, es la única salida.