Caída en picado. En eso me convertí. En un descenso constante al infierno.
Era la crónica constante de mi propia muerte anunciada. El titular en negrita del periódico que cada mañana reposaba en el resquicio de las puertas. "Ya no va a volver".
Y no lo hacía. Jamás regresaba. Era la huida sin retorno de la que se va con el miedo a mirar atrás y verse reflejada en los ojos de quienes creyeron que se salvaría.

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