jueves, 12 de junio de 2014

Fear.

No había un solo día en el que no pensara en nosotros. En lo que éramos, en lo que debimos ser, y en lo que pudimos pero no quisimos. En la de veces que intenté que te quedaras, y en la de ocasiones que tú intentaste no abandonarme. Dolía, pero aún así yo lo traía a nuestra memoria una y otra, y otra vez. Quería sentirnos de nuevo, como un sólo, como cuando las cosas iban bien y no pensábamos en catástrofes, ni ruinas, ni cenizas esparcidas en indiferencia afilada y sangrante. 

No había un sólo día en el que no pensara en nuestro amor. En ese que anhelábamos, en ese que sentíamos pero que no podíamos expresar, por miedo a volver a cometer el mismo error. Dolía, si. Pero aún así yo lo traía a nuestra memoria una y otra vez. Quería serlo todo para ti. Tu luz y firmamento, el sol y la luna a partes iguales, cómo si no se dolieran cada vez que tienen que verse para volver a despedirse. 

No había un sólo día en el que no pensara en el miedo. En ese que siento cada vez que me dices adiós, como si pensara que vas a dar media vuelta para volver a desaparecer, para dejarme sola, rota y fría. Dolía, si.
Pero aún así yo lo traía a nuestra memoria una y otra vez. Quería volver a sentirlo. El dolor en el pecho, la quemazón en el alma, cómo si ya de por sí perderte no fuera castigo suficiente.

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