Solo sé que cuando amo, duele.
Que me destruye por dentro igual, me corresponda o no.
Y lo más duro es amar con el corazón en un puño, dispuesta a entregarlo con el alma derruida en gritos de soledad atronadores, sabiendo que por más que luche y resista, el nuestro es de esa clase de amor que perdura, pero no resulta.
Y duele.
Duele demasiado.
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