domingo, 8 de septiembre de 2013

Hay personas, que son estaciones.

Las personas Primavera me eclipsan por su vitalidad. Son ese tipo de personas que alegran simplemente con aparecer, que viven por y para los demás, sin necesidad de aviso o llamada. Son esas personas que iluminan estancias a cada paso que dan, y que no limitan la felicidad al momento que se vive, sino que la alargan hasta casi el momento de la misma muerte.
Ese tipo de personas, que no pueden faltar en la vida de uno.

Las personas Verano son pasionales, rezuman fuego por los cuatro costados, y no temen quemar con sus sentimientos, puesto que no conocen otra forma de amar que no sea abismal y en llamas. Que no roce hasta arder, y que no acabe en cenizas.
No reniegan del dolor por amor, pero tampoco dañan sin sentido. Sólo aman, hasta que ya no queda nada.
Ese tipo de personas, que te abruman de tal manera, que no te permiten escapar.

Las personas Otoño se caracterizan por esa frialdad tan cálida en ocasiones. Te abrazan para ofrecerte cobijo, y nunca te dejarán sólo, nunca dejarán que caigas sin motivo, nunca dejarán que te acabes ni que te consumas, porque no conciben la vida solitaria. No conciben no tener a alguien a quien amar de esa forma que hace que se te encoja el corazón, que se retuerzan los latidos. 
Ese tipo de personas, que no dudarían en atravesar mil jaulas de abismo con tal de verte sonreír.

Las personas Invierno te calan, al igual que el frío. Se meten dentro de ti de una manera tan.. tan destructiva.. Pero no con ánimo de hacer ruinas ninguna de tus barreras, pero así hacen. No son capaces de controlar la fuerza con la que llegan a ti, y cuando quieres darte cuenta, conocen cada uno de tus secretos, reconocerían cada una de tus mentiras, incluso las que tus ojos pronuncian y tus labios no.
Intentan por todos los medios no enamorarse, y sin embargo, es su amor el único capaz de ahogar cualquier sentimiento oscuro y letal..
Ese tipo de personas, que destrozan, aniquilan, destruyen.. pero que aman. Sin remedio.


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