martes, 14 de mayo de 2013

Sentí que te perdía.


Mis labios no conseguían pronunciar aquél lo siento que te hubiera mantenido a mi lado algo parecido a un siempre.
¿Sabes si hay mayor frustración que la de ver al ser que amas huir de tu lado? 
Puedo responderte, podría responderte con una sola mirada. No la hay. 
El dolor producido por la pérdida en el corazón no se repara con un parche, ni con hilo y aguja. Es dolor real, no es fingido. Es como perder parte de tu yo, parte de lo que eres, fuiste y serás. 
Porque cuando te dejé marchar, no pensé que el golpe sería tan letal.
Porque cuando vi como tus pasos ponían rumbo hacia otro camino, no creí sufrir así.
Eras acero en mi mecanismo. Eras necesario para que yo funcionara. 
Pero te dejé marchar sin tan siquiera luchar porque no lo hicieras. Volaste tan lejos de mi que ni siquiera pude sentirte en el aire, como en mis sueños..

Caí en aquél abismo de soledad y hastío que tanto terror me producía. Me morí en vida cuando te vi partir, y tan siquiera mis lágrimas lograron traerte de vuelta.

Encharqué todo mi cuerpo de recuerdos rotos, y pensamientos desquebrajados. Me volví inmune al sentimiento, y vulnerable a ti.
Conseguiste en tu marcha, lo que no conseguiste al ser mío: que mi corazón se fuera contigo, y no quisiera más nunca regresar a su hueco.
[Tengo el pecho vacío. Me falta algo. Me faltas tú.]

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