Famélico y sin ganas.
Cuando un corazón se rompe, no escuchas el impacto.
No es como miles de cristales estallando; no es como un golpe sin querer.
Es un desgarro interno, que nada tiene que ver con lo físico.
No hay sangre, ni restos; solo dolor, y ceniza.
Porque amar yo lo comparo, al renacimiento del ave fénix.
Y el dolor por su pérdida, es equiparable a las cenizas que deja tras su marcha.
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