Que amarle es sufrirle, y no me canso de darme cuenta.
Que añorarle es pecado y aún así, me arriesgo.
Aún sabiendo que quemará; aún sabiendo que en algún momento, se marchará.
Que sentirle es dogma, y tocarle estigma.
Que rozarle escuece, y pensarle trastoca.
Que su corazón me arroja; que de su corazón se trata.
Que me hunde y me salva; que me ahoga y me sana.
Y le pregunto entonces, que más duele, a parte de su ida.
Y me responde que su recuerdo solo; solo, en carne viva.
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