¿Alguna vez la has sentido? Ese terror congelado que atenaza tu alma hasta casi desmembrarla, despojándola de carácter alguno. El vacío inconexo de aquéllas palabras que rompen con tus principios, hasta casi aniquilarlos, restándoles cualquier sentido. Ese sentimiento de culpa, por todo aquéllo que hiciste, por todo aquello que no dijiste, y acabó pasándote factura. El frío que se apodera de tu corazón, a cada paso, más cerca, sin darte tregua. ¿Alguna vez has tenido la sensación de caer y caer, sin pausa, hacia un abismo de oscuridad creciente? ¿Alguna vez has sentido, que ya no merecía la pena luchar?
Canta, ruiseñor de atardecer. Y amanece mi espíritu, cauto y enamorado. Canta, tu voz en mis oídos. Retando mi alma a un duelo a sombras, cegada en luz, y tormenta. Canta, lágrimas bendecidas. Y retarda mi marcha, manchada de recuerdos, amor mío.
Aún recuerdo esos tiempos en los que 'aceptamos el amor que creemos merecer' era mi mantra, una forma de decirme a mi misma que todo estaba bien. No podría haber estado más equivocada. No. No aceptamos el amor que creemos merecer. No lo hacemos, porque yo creo que merezco un amor que arrase, que destruya muros, que provoque caos y calma al mismo tiempo, que haga de las vulnerabilidades , fortalezas; que me haga florecer. Y sin embargo, he aceptado migajas, rastrojos; he aceptado las ruinas de lo que creía que era el amor para darme de bruces con una realidad que me revuelve el estómago: no sé si alguna vez me han querido como me merezco.
Comentarios
Publicar un comentario