¿Qué podría ser entonces lo que es y lo que no debería ser nunca; donde ha de ser, dicen, será?
Le amo. Pero nunca debí amarle. No por ser él.
No por todo lo que él conlleva.
Sino por el amor. Porque yo amo, pero juré no amar.
Porque lo hago, y luego me falta actuar.
Lo que es, es que lo siento.
Lo que no debió ser nunca, es sentirlo.
Pero aquí estoy, presa de todo ello.
Algo que me consume, que me aterra y fascina a la vez.
Me perdí, perdida entre la inmensidad de todo lo que prometía darme.
Me perdí sin saber, tan siquiera, intentar encontrarme.
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