Me gustas cuando callas, cuando miras, cuando te vas, cuando vuelves. Me gusta verte aparentar que eres uno más, que ríes y hablas, como el resto. Yo te observo, también en silencio, y tú me miras como si supieses que conozco tu secreto. Es complejo callar con tu mismo silencio, ese que es capaz de derribar las voces más intensas. Pero cuando tú callas una voz interna se desata, y grita el viento en su lugar, y llega a acariciar tus labios para romper ese ruido de pensamientos. De pronto tu voz me invade. Y siento una mezcla de calor y frío al mismo tiempo. Así que a veces prefiero que calles, es más interesante descifrar tu silencio.
Angustia.
¿Alguna vez la has sentido? Ese terror congelado que atenaza tu alma hasta casi desmembrarla, despojándola de carácter alguno. El vacío inconexo de aquéllas palabras que rompen con tus principios, hasta casi aniquilarlos, restándoles cualquier sentido. Ese sentimiento de culpa, por todo aquéllo que hiciste, por todo aquello que no dijiste, y acabó pasándote factura. El frío que se apodera de tu corazón, a cada paso, más cerca, sin darte tregua. ¿Alguna vez has tenido la sensación de caer y caer, sin pausa, hacia un abismo de oscuridad creciente? ¿Alguna vez has sentido, que ya no merecía la pena luchar?
Comentarios
Publicar un comentario