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Soy

Pero, después de eso, ¿qué? Después de ser, de ser consciente de que soy, dime, ¿ahora qué? ¿Existo sólo porque soy o porque los demás quieren que exista? ¿Existiría si nadie me pensara, si nadie me quisiera? ¿Existirías, tú, que me lees, si no me estuvieras leyendo en este preciso momento? ¿Seguirías siendo el tú de hace unos segundos o ese ya no existe?  Dejamos de ser a cada paso que damos para seguir siendo, aún perdiendo parte de nosotros en el camino, dejándonos atrás.  Soy, y no. Eres, pero no.  Fuimos algo que ya no es. Seremos algo que ahora mismo no somos.  ¿Jugamos a vivir sin tener la certeza de estar vivos, o vivimos esperando a que el juego llegue a su fin? Nacemos, vivimos, nos consumimos, queremos, odiamos, volvemos, nos vamos...

Amor

 El amor es aquello que trasciende todo lo que somos, lo que fuimos y lo que algún día seremos.  Es todo aquello que nos impulsa, nos eleva, nos libera y nos sana. Te da la mano, te mira a los ojos, ve todo aquello que enseñas y lo que luchas por no mostrar; coge todos tus miedos y los convierte en polvo, en ceniza que vuelve al cosmos para seguir existiendo lejos de ti. Te escribe cartas, te lee poemas, te cuenta historias que ni siquiera sabes que necesitas escuchar... El amor de antes. El amor de ahora. El amor.

Cuando te encuentre.

Cuando al fin llegue ese momento, no necesitaré máscaras, ni dobleces, ni un telón. Cuando al fin llegue(s), mi vida será tan sencilla que dejaré de pensar desde el dolor, la agonía y la pérdida. Por fin experimentaré aquello que, por ahora, sólo conozco de oídas, de idas y venidas, de sonetos, de poesías... Cuando al fin llegue, se acabará. Y será el final más epico de la historia de los finales, ¿sabes por qué? Porque será el inicio de todo.

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Tengo una sensación de no pertenencia constante, de estar viviendo una vida que no es mía. Me encuentro observando el rompecabezas de mi realidad desde un rincón oscuro lleno de incertidumbre y aspereza, esperando, quizás, esa señal que me indique que todo esto no es más que un mal sueño. Pero no. Estoy demasiado despierta, y es precisamente esa lucidez la que me está aniquilando. Me atropellan los recuerdos, lo que acontece y lo que vendrá, y es esa ansiedad desmedida la que hace que todos mis sentidos entren en modo supervivencia. Me aterra pensar que va a ser así siempre, mi yo que quiere vivir enfrentado en una lucha encarnizada con el yo que quiere rendirse, porque siendo sincera, no sé cual de ellos ganaría.

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Supongo que nuestra historia comenzó conmigo ya decidida a marcharse, pero sin encontrar una salida lo suficientemente duradera para no volver; porque seamos sinceros: yo ansiaba volver.  Deseaba con todas y cada una de mis terminaciones nerviosas volver a ese páramo hastío disfrazado de amor, y aún así, también anhelaba marcharme de allí sin dejar rastro, no volver a ver tus ojos del color de la zinnia que me instaban a necesitarte cuando lo único que hacían era robarme toda la luz. Te juro que nunca sabré por qué me elegiste, por qué decidiste que yo tendría que luchar a muerte contra la negrura, la soledad y la duda. Yo no era el motivo de tu oscuridad. Era la cura.  A veces me descubro pensando en ti incluso cuando no quiero, incluso cuando pensarte es un recordatorio constante de que el infierno habita en la tierra y que los demonios sí que pueden tener alma. Es descorazonador saber que entregué todo el amor que tenía a una persona que no supo que hacer con el.

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 Aún recuerdo esos tiempos en los que 'aceptamos el amor que creemos merecer' era mi mantra, una forma de decirme a mi misma que todo estaba bien. No podría haber estado más equivocada. No. No aceptamos el amor que creemos merecer. No lo hacemos, porque yo creo que merezco un amor que arrase, que destruya muros, que provoque caos y calma al mismo tiempo, que haga de las vulnerabilidades , fortalezas; que me haga florecer. Y sin embargo, he aceptado migajas, rastrojos; he aceptado las ruinas de lo que creía que era el amor para darme de bruces con una realidad que me revuelve el estómago: no sé si alguna vez me han querido como me merezco.