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Mostrando entradas de noviembre, 2013

Te me clavaste.

Fue así de simple. No lo planeé, ni lo busqué. Tampoco lo imaginé o vislumbré. Simplemente pasó. Te me clavaste muy hondo, y muy dentro. No me permitiste escapar. Me dejaste dañada y malherida, rota en mi mayoría, y sin posibilidad de huida, porque.. ¿Cómo huir de ti? ¿Cómo, cuando me mostraste paraísos exentos de oscuridad? ¿Cómo, cuando fuiste el único capaz de curarme el vacío? Cuando te marchaste, no supe como reaccionar. Me dejaste a oscuras. Cualquier atisbo de un mundo mejor cayó en el olvido, restregándome en la cara que te habías ido, para no volver. Cuando me dejaste, olvidaste decirme que los rotos en el corazón pesaban más que la soledad. Cuando me abandonaste, se te olvidó mencionarme todo lo que dolería.. Todo a lo que yo renunciaría con tal de no volver a sentir.

Podría pasar

horas mirándote, amor. Observando como tu boca se frunce al pronunciar ese te quiero. Ese, que tanto me gusta. Observando como tus dedos se enredan en mi pelo y cuentan sus mechones.  Uno a uno, sin cansarse. Observando como tus ojos, esos luceros esmeralda que me vuelven loca, no me quitan la vista de encima, recorriendo mi rostro, como si pensasen que no hay cosas mas hermosa en el mundo. Observando como tu respiración se agita con cada roce de mi piel, con cada beso deseado, con cada mirada dulce... Podría pasar horas mirándote, mi amor. No me importaría pasar el resto de mi vida haciéndolo.

Lov(h)e(ate)

-¿Por qué le odias tanto? Dime. +¿Odiarle? No, yo.. Yo no le odio. -Sí, si lo haces. No quieres aceptarlo, pero lo haces.  +¿Por qué lo dices? Yo.. Yo no.. -Por como le miras. O por como no le miras. Lo veo en tus ojos. Ese fuego que se calcina lentamente cada vez que le ves. No hay llamaradas de pasión.. Sólo cenizas fruto del tormento. Así que dime, de nuevo.. ¿por qué le odias tanto? +Supongo que, porque una vez, lo amé demasiado.

Un día sin ti.

Ya se habían amado. Se habían anhelado, deseado, perdido y encontrado.. Ya se habían olvidado. Y sin embargo, yo sé que nunca dejaron de amarse. Que siempre continuaron anhelándose, deseándose, perdiéndose para volver a encontrarse. Juntas. Que nunca podrían olvidarse, por muchos caminos que el destino quisieran que emprendieran, separadas. ¿Y ahora? ¿Ahora qué? Ahora sufren.  En silencio, se reclaman cuando nadie mira, y se miran cuando todo parece caer. Porque si se mantienen en pie, es por la inercia de todo lo que llevan dentro. Que si aún no han caído, es porque ninguna de ellas puede soltarse. Y cuando les preguntan qué es el amor se sonríen, aún cada una en una parte del mundo. Y cuando les preguntan a la una por la otra, se cobijan en el dolor de la distancia obligada y bajan la mirada, como con pena. Porque más que no poder besar, más que no poder abrazar o más que no poder acariciar, lo que más duele y marchita, es no poder pensar en la persona que más amas en ...

Loved me back to life.

Noche tras noche, es tu ausencia la que me quema y destruye. Es ella, y no otra, la que me recuerda cuanta soledad es capaz de soportar una persona antes de caer en picado hacia un abismo sin luz alguna, y de oscuridad inmensa y tortuosa.  Me precipito sin remedio al acantilado de los sueños rotos y las promesas inconclusas, dependiendo completamente de tu voz como cura a todo mal, y no me detengo a pensar en todo aquéllo que dejo atrás por el miedo a perderte. Por el miedo a perdernos. No recuerdo la última vez que pronunciaste mi nombre, y fue dicha y no tristeza profunda lo que experimenté. No recuerdo la última vez que nos miramos a los ojos y no fue bosque sombrío lo que descubrí en ellos. No recuerdo la última vez que tus labios rozaron los míos sin provocar dolor y lágrimas. Y, ¿sabes? Me mata no poder hacerlo.  Me consume no recordar nada de ti que no conlleve corazas internas y muros de camuflaje. Es frustrante. ¿Cómo es posible que aún añore todo aquéllo que ya...

Inside.

Hace demasiado frío allí fuera, y me da miedo que el corazón se congele.  No quiero dejar de sentir. Y sé que en realidad, todo esto no es más que otro síntoma de desesperación, de no tenerte cerca y percibirte distante hasta en las distancias más cortas. ¿Qué nos pasó? ¿Por qué dejamos incluso de tratarnos mal, para finalmente dejar de tratarnos? Recordarte es como brasas ardiendo a través de la garganta, y aún así dejo que me quemen las veces que sean necesarias para por lo menos, tener algo de ti. ¿Pero desde cuando dejé de ser yo, para empezar a ser esta especie de alma torturada, de criatura dañada por un corazón que ni la razón puede llegar a comprender?